martes, 23 de julio de 2019

Más allá de la corona: no solo son el oro y las piedras preciosas





Parafraseando los cuentos de hadas llenos de coronas, reyes, reinas y princesas “desde tiempos inmemorables…”, la lucha por la corona ha sido parte de todas las épocas, siglos y portadora no solo de una casta real sino también de codicia, guerras, peleas entre familias, etc.; hasta llegar en la actualidad a ser un accesorio con el cual se codifica a las mujeres que poseen la belleza y cuerpo que las diferencias del común denominador entre otras féminas.

Ecuador para variar vive de los estándares de belleza y desde hace varias décadas las mises pasaron a formar parte de nuestro día a día, cultura, trayendo consigo polémicas, disgustos, felicidad y enfrentamientos en los que se mide quien debe o no ser la portadora de esa corona.

El anunció de que dos municipios decidieran eliminar de entre sus actividades la elección de la reina (Quito y Latacunga, más anuncios de otros de sumarse a la iniciativa del alcalde Jorge Yunda), no es que prohibieran la elección de la soberana de la ciudad; están dando un paso al costado para no usar dinero de las arcas municipales en la elección de una reina que ocupa parte del presupuesto de sus GAD que puede ser reutilizado en otras obras prioritarias de cada ciudad.

Así empezó a arder Troya y si le sumamos, el anuncio de que para la elección de Cuenca se pone como requisito el término “haber nacido mujer” y en Portoviejo se desea la inclusión dando entender que trans femeninas pueden ser parte de la elección. Se pone más leña al caldero, que empezó a burbujear más luego de que se escogiera a la Miss Ecuador 2019 y obviamente no ganó la favorita, ni la más guapo, ni esbelta; sino la menos popular y que dicho sea de paso se equivocó con un “buenos días”, en plena noche.

Con todo eso Ecuador vuelve arden en la polémica, enfrentamientos entre grupos sociales, autodenominados líderes de comunidades, sectores, etc. Y se tratan tantos puntos que algunos dejan de lado algo muy esencial como la economía y lo que tanto se necesita que es trabajo para personas en diferentes áreas.
Pedir que se eliminen como muchos creen los concursos de belleza, es imposible al menos en Ecuador puedo decir que cada semana se escoge una soberana distinta ya solo nos falta tener a Miss Agüita Dulce o Miss Agua de Tamarindo. Si ya tenemos reinas del arroz, café, caña, langostino, que no tienen un fin específico común que los mueva más que el de premiar la belleza; llegamos hasta elegir Miss Ecuador para Miss Universo; Miss Ecuador para Miss Mundo pasando por esta larga lista por otros reinados insospechados que se realizan en lugares tan distantes como Malasia, Turquía, Dubái, y es gracias a las redes sociales que nos enteramos que tenemos una representante de Ecuador “peleando por la corona”, y no sabemos qué día tomó el avión y llegó a ese lugar a ser nuestra vocera de la belleza.

Cuando ganan empiezan las quejas de la falta de apoyo de los medios, de la empresa privada, de los organismos seccionales, estatales, etc. Pero a cambio de ese apoyo las reinas no dan nada y no me refiero a que se ejerza coima o se pague por difundir su linda corona. Hablo de que cual es su función: regalar fundas de caramelos en Navidad a los niños de escasos recursos económicos o visitar un asilo de ancianos y tomarse la foto con los “viejitos” de la institución. Porque eso es lo que he visto a lo largo de mi trayectoria cubriendo reinados.

También he visto reinas de belleza convertirse en presentadoras, reporteras de TV, actrices, cantantes, etc. y algunas con más preparación y haciendo gala no solo de su belleza sino de su inteligencia están en puestos más altos como asambleístas o han aspirado a cargos importantes en elecciones seccionales.
Basado en eso veo bien que los municipios dejen de invertir dinero que es de los ciudadanos de cada localidad en darles una reina, que a fin de cuentas su trillado discurso de “trabajaré por los sectores más necesitados de la ciudad”, queda solo para que lo repita la siguiente y la siguiente y la siguiente.

Eliminarlos como piden y vociferan ciertos sectores sociales no me parece ni podría estar de acuerdo porque los reinados se han convertido en un generador de empleo para muchos sectores, desde quienes arman la tarima donde se realiza la elección hasta los vendedores ambulantes de agua, refrescos, pitos, etc. que se apostan a los alrededores de donde se vive la algarabía en una noche de elección de reina de belleza.
Dejar de elegir reinas sería dejar sin trabajo a quienes confeccionar coronas, a quienes las visten y diseñan sus trajes, a quienes las peinan y maquillan; a quienes las preparan (que son los que más cobras y menos hacen); a la madre de familia que va con su carro de chuzos a vender en espera de ganar un dinero extra. ¡En fin! Es mucho lo que se podría perder con ganar que la mujer no sea “objeto” se la dignifique y se la descodifique de los estándares de belleza y se la valore por su inteligencia y capacidad de desenvolverse en otras áreas sin importa que sea 90-60-90.

Lo que se puede hacer es empezar por cambiar las reglas, por obligar a las soberanas a tener un plan estratégico de reinado que no sea el regalar fundas de caramelos, sino más bien un legado que lo tenga que entregar al final de su periodo sudando la gota gorda. Que tenga que conseguirlo tocando puertas, saltando ventanas, etc. todo lo que se necesita para gestionar un proyecto cultural, social, deportivo que sea planificado con su visión, misión y objetivo bajo un estudio de que porcentaje de población se beneficiaría de su proyecto, cuales serían los alcances a futuro, etc y ojo eso no es sentarse frente al computador, redactar y ya. Debe realizarse un estudio previo, encuestas, sacar porcentajes, presupuestos, estimados. Nadie dice que la función de una reina es solo sonreir y alzar la manito para saludar en desfiles. Sino investiguen a la monarca más regia que es la Reina Isabel de Inglaterra.

Cambiar las reglas es también habla de la inclusión y no solo de la comunidad GLBTI sino también dejar de elegir por separado reinas afrodescendientes como si fueran una parte segregada de nuestro entorno, o dejar participar a representantes indígenas, discapacitadas, etc. Porque si no los más sabidos que buscan pescar en río revuelto de la noche a la mañana se harán la plata organizando la Miss de los Ciegos; la Miss de los Mudos; etc (y ojo no lo digo con ánimo de burlarme o discriminar a quienes tienen discapacidades). Den oportunidad a quien es pobre y no tiene para pagar la confección de un vestido costoso o el alquiler y que puede ser más bella que la ganadora que por dinero y capacidad económica puede costear todos los lujos de una reina.

Porque alguien tiene que decirlo señores ser reina de belleza no es ser bonita y ganar o lucir una corona. Es tener dinero para comprar todo lo que ello conlleva. La maleta que acompaña a una reina que va a representarnos en un certamen internacional no se llena sola; ni aparece como en los cuentos de princesas un hada madrina y la convierte en una reina con joyas y vistosos trajes. Aquí el hada madrina se llama dinero, y unas pueden nacer bellas, pero en cajón de naranjillas. Y las que en realidad pueden ser misses son las que nacen en cuna de oro.

El tema de la inclusión y sobre todo en lo que concierne a la comunidad GLBTI creo que ellos ya tienen sus espacios en reinados. Imponer o querer que también participen en certámenes exclusivos para mujeres “nacidas mujeres”, no es discriminatorio, es solo hacerles un “recorderis” de que, aunque han ganado mucho en su lucha (que se apoya hasta ciertos puntos) hay parámetros, estándares, etc en los cuales un cambio de nombre en la cédula y siliconas no pueden darles acceso. La solución, simple, quieren cambios entonces no hagan reinados bajo la denominación Trans e inviten o dejen abierta la convocatoria para que chicas heterosexuales puedan también participar en las elecciones. Así predican con el ejemplo y dan cátedra de inclusión. ¡Sería lo más justo!

Así que antes de ponernos a pelear por una corona y buscar a la mujer perfectamente bella que se vaya a dar de cocachos con otras por ser la mejor, pensemos en todo lo que ser reina conlleva y que si lo analizamos muchas que portan una corona no le dan el valor que debería representar más allá de los quilates de oro, plata y piedras preciosas que la componen. Y de ser simplemente bella.